¿Cómo sería encontrarse con el niño que nosotros mismos algún día fuimos? Yo me lo imagino mas o menos así...


 

1 Hacia el sur

De alguna forma he llegado a la situación en la que me encuentro ahora. Eso no es una valoración, simplemente es una observación. He tomado decisiones, he escogido ciertos caminos que me han llevado al aquí y ahora. En definitiva todo eso me parece algo natural, una cosecuencia lógica de los sucesos pasados. Al fin y al cabo no es posible andar todos los caminos a la vez. En cuanto me decido tomar la calle hacia el norte, dejo atrás el sur. Tal vez me dirijo otra vez un poco hacia el este o el oeste. No tiene importancia, ya que sigo caminando hacia el norte y me olvido de la existencia del sur y de que existía un tiempo en que igual habria podido elegir el rumbo opuesto al norte. La vida me ha traído hasta aquí, es así. Tengo que conformarme con mi destino, aunque tenga la sensación de que en el sur tal vez estaría mejor. Ay, si en aquel tiempo simplemente hubiera hecho tal cosa de una manera distinta, entonces ahora podría…¿En aquel tiempo? ¿Por qué entonces? Vivimos en el presente y deberíamos actuar consecuentes y no deberiamos rendirnos a nuestro destino haciendo referencia al ayer. Es demasiado cómodo darles la responsabilidad a las decisiones del pasado de lo que somos hoy, lo que nos oprime y lo que nos desagrada en nuestra vida actual.

Puede que el camino que va hacia el sur con el tiempo se haya hecho más complicado y que aquel puente por encima del río que debería tomar se haya desplomado. ¿Pero no he aprendido a nadar? Entonces, en vez de andar sigo nadando aunque me cueste más y tarde más tiempo en llegar. Pero ¿¡¿quién sabe, a lo mejor también descubro nuevas fuerzas?!? Tal vez a partir de entonces no quiero andar nunca más, sino nadar. Tal vez he nacido para nadar y simplemente aún no me he dado cuenta. Si no me atrevo a ir por vía indirecta para llegar al destino, ¿cómo me entero de esas cosas? Uno no puede andar por todos los caminos a la vez, pero sí se puede caminar por las calles una tras otra. Por otro lado, ¿cómo puedo yo saber ahora, que sí quiero ir al sur y dejar atrás el norte?

¿Quíen sabe exactamente qué es lo que quiere de verdad? Yo definitivamente no. Por un lado me parece que hay tantas posibilidades, por otro lado todas esas posibilidades tienen pinta de no ser accesibles. Sea por puentes desplomados u otros obstáculos. Aunque no sepa para qué estoy destinada y qué es lo que me espero para mi futuro, sí he encontrado a una persona que tal vez me puede dar estímulos para reflexionar. Es la niña pequeña. La niña pequeña que yo una vez fui. Me pregunto cómo sería encontrarme hoy con esa niña pequeña de aquellos tiempos. ¿Le caería bien? ¿Le parecería bien lo que hice en el pasado y la manera de la que lo hice? ¿Podría estar hasta orgullosa de mí? ¿Y qué es lo que le haría negar con la cabeza, qué es lo que no sería capaz de entender del todo? Creo que sé la respuesta de la última pregunta. Probablemente se preguntaría qué fue de sus sueños. Cómo y para qué renuncie o incluso olvide. A lo mejor se echaría a llorar y balbucearía: “Pero si yo había deseado tanto que… ¿Cómo lo has podido olvidar?”

De pequeña tuve una fantasía muy viva. Y tuve unas ideas vagas de mi futuro y de lo que algún día quería hacer. Un trabajo como cajera me parecía una cosa estupenda. Pensaba que sería dinero ganado fácil. Algún día entendí que la cajera no puede quedarse con todo el dinero que le da la gente en sus compras. Y se disolvió mi interés en esa profesión. Pero otro de mis planes fue hacerme escritora. Y seguramente no porque hubiese pensado que podría ganar dinero fácil y rapidamente, fue mas porque me gustaba contar cuentos. Me acuerdo de cuando estuve con mi abuelo y mi hermana – los dos unos oyentes fenomenales – y les conté las mejores historias de muchos colores que me sacaba de la manga con unos personajes y objetos muy vivos. Mi abuelo no pudo creer que acababa de inventar esos cuentos, de hecho no soy capaz de juzgar si lo dijo sinceramente, sin embargo, me acuerdo de lo feliz que fueron aquellos momentos.

 

Yo no quiero que la niña pequeña sea triste por haberme olvidado de sus sueños y deseos. No quiero que esté decepcionada de la persona adulta, quiero que ría, quiero que esté orgullosa de mí y que sea feliz. Yo misma quiero ser feliz. Y por eso he decidido escribir. La verdad es que no sé sobre qué, ni para quién. Ni siquiera sé si soy capaz. Pero ¿qué más da? No creo que sea necesario hacerme escritora para que la niña pequeña se contente. Si lo más importante es que persigo el sueño de escribir tal como mi facultad me lo permita. Si la niña pequeña quiere ir hacia el sur, le voy a coger de la mano y acompañarla un rato. Tal vez hasta el puente desplomado. Pero a lo mejor también voy más allá nadando.

Gracias a mi querida Cristina por haberme revisado el texto:)