Alces permanecen allí y escuchan atentamente hacia la eternidad

Querido abuelo,

 

Dentro de unos pocos días es Noche Buena. Y una vez más no vas a estar. Ya es la cuarta vez que vas a estar ausente. Pensaremos en ti y te echaremos de menos. El día en que te fuiste dejaste atrás un hueco que nadie más sabe llenar.

 

El calendario de fotografías que regalamos anualmente y que en principio había sido creado para los dos, lo desenvolverá otra vez la abuela sola. Ni siquiera hay fotos de ti en el calendario mientras que el resto de la familia mira a veces con cara feliz, a veces simplemente con cara tonta hacia la cámara. Parece como si no existieras. Hace ya demasiado tiempo que te fuiste. Si fueras tú el diseñador del calendario – en vez de nosotras – estoy segura de que tendría un aspecto muy distinto. Estoy convencida de que en cada foto se podría ver la familia entera. Siempre prestabas mucha atención, de una manera algo meticulosa, de que nadie pudiera alejarse y así escaparse de la foto. Sólo tú, el fotógrafo, muy a menudo no estabas en las fotos. Tal como no estás en las fotos actuales. La verdad, no sé si se hicieron más fotos de familia desde que tú dejaste de fotografiar y mirar por el visor. Umm... sí… recuerdo una foto. Debe haber sido en el 2005 cuando saqué una foto de todos nosotros juntos, o mejor dicho, lo hizo el disparador automático de la cámara. Fue una imagen que completó los documentos que me hacían falta para mi estancia en España. Hace ya 11 largos años desde entonces… pero divago.

 

Querido abuelo, por favor, puedes estar seguro de que aunque ya no sales en ninguna foto actual, en nuestros pensamientos sigues estando presente. Estarás con nosotros cuando, en Noche Buena nos acordemos de como el chocolate que te había traído Papa Noel el pasado año, y que en teoría debería haber sido fundido en leche caliente, desapareció tan rápido en tu boca que no pudimos contar ni hasta tres. También estarás al pensar en como solías cantar con las “mejillas rojillas” (original: “regalitos multicolores” – con rima en alemán entre “Bäckchen” y “Päckchen”). Estás con nosotros durante las Navidades y también el resto de días.

 

Nunca olvidaré como fue jugar juegos de mesa contigo, cuando jugamos a dados siempre ganabas tú, incluso cuando dejabas el juego por anticipado para ir a la cama. Cuando jugábamos al Skip-Bo llamabas a  aquel juego de cartas “Chipo” – a sabiendas. De ti aprendí ya desde muy pequeña, que el número “Oence” (“Ölf” en vez de “Elf”) seguía el Diez mientras tú repartías las cartas.

 

También tu sonrisa pícara y tu cara de inocente, por ejemplo cuando unos bombones habían desaparecido misteriosamente, son rasgos característicos tuyos que siempre seguirán en nuestras memorias. Tu talento para alcanzar aquellos “bolos” (como solías llamar los caramelos) y otros dulces a cierta distancia sin tener que levantarte del sillón, era enorme, mientras por lo visto te costaba mucho llegar con la mano al paquete de leche que estaba justo delante de tí. Probablemente tu amor por los dulces te lo permitía.

 

Grande también fue el amor que sentías por tus nietas, estando contigo yo me sentía la más grande. Parecías lleno de admiración por nosotras dos. Pero seamos sinceros, si pensamos en lo que hiciste tú cuando eras joven, la responsabilidad con la que te cargaste – o sea con la que tenías que cargarte – lo que hemos logrado nosotras hasta ahora es una minucia, no es nada, y eso lo digo ya que ni siquiera soy capaz de reconstruir o contar tu historia. Ni cronológicamente ni siguiendo otra lógica. Perdóname, pero todo lo que yo sé sobre tu vida en aquellos tiempos es suficiente para poder decir que tú eres la persona que se merece toda admiración.

 

Querido abuelo, eres echado mucho de menos, hoy y mañana, lo que me consuela es la idea de que tu alma haya vuelto a la tierra de los bosques oscuros y los lagos de cristal. Que hayas vuelto y estés en compañía de los alces que permanecen allí, escuchando atentamente, contigo hacia la eternidad*. Este pensamiento realmente me tranquiliza mucho.

Querido abuelo, gracias por haber estado tanto tiempo conmigo. Gracias por todo.

 

Tuya, M.

 

 

*Estas líneas se refieren a la himna de Prusia oriental. Allí dice (traducido libremente): 1. Tierra de los bosques oscuros/ y los lagos de cristal/ por los campos amplios/ pasan milagros brillantes 3. Y los mares braman/ el coral del tiempo/ alces permanecen allí y escuchan atentamente/ hacia la eternidad.

Gracias a mi querida Cristina por haberme revisado el texto:)